A bilingual blog post, in English & en Espańol
As a born and raised Mexican and brought to the U.S. at 11 years old, my perspective of going back to my home town of Santiago Tlaltepoxco in Hidalgo, Mexico, has changed over the years. I used to go to Mexico every summer and sometimes during Christmas to see my family. The first couple of years when I visited my pueblito it was hard for me to come back to the U.S. because I wasn’t used to the U.S. culture. I missed the food, my family, my friends, and my home.
Nacida y criada en Mexico, traída a los Estados Unidos a los 11 años, mi perspectiva de regresar a mi pueblo natal de Santiago Tianguistenco en el Estado de México, México, ha cambiado con los años. Solía ir a México todos los veranos y, a veces, durante la Navidad para ver a mi familia. Los primeros años cuando regresaba a visitar a mi pueblito, fue difícil para mí regresar a los Estados Unidos porque no estaba acostumbrado a la cultura estadounidense. Extrañaba la comida, mi familia, mis amigos y mi hogar.
As the years went by, those feelings started to change. During one particular summer vacation during my teen years, something felt different. As soon as I landed in Mexico, I had a feeling that I had never had before. I wanted to go back to the U.S.
Con el paso de los años, esos sentimientos empezaron a cambiar. Durante una visita de vacaciones un verano durante mi adolescencia, algo se sintió diferente. Tan pronto como aterricé en México, tuve una sensación de que nunca antes había tenido. Quería volver a Estados Unidos.
While traveling from the airport to my house, I started to notice things I hadn’t noticed before. The level of poverty in Mexico City was at a level that I had not paid attention to. It was heartbreaking to see kids working at traffic lights as clowns or selling candy. As the days went by, I saw how three of my friends from elementary school at ages 16 and 17 were pregnant or already had children. I felt sad knowing all they could do was have children, and that they didn’t have other expectations in life. This wasn’t because of a lack of desire, but because of a lack of opportunity.
Mientras viajaba desde el aeropuerto a mi casa, comencé a notar cosas que no había notado antes. El nivel de pobreza en la Ciudad de México estaba en un nivel al que no había prestado atención. Fue desgarrador ver a los niños trabajando en los semáforos como payasos o vendiendo dulces. Como pasaban los días, veía cómo tres de mis amigas de la primaria que tenían 16 y 17 años ya estaban embarazadas y tenían hijos. Me entristeció saber que todo lo que podían hacer era tener hijos y que no tenían otras expectativas en la vida. Esto no fue por falta de deseo, sino por falta de oportunidades.
By then, I was used to the American culture and its “luxuries”, such as having air conditioning and wifi access. Once I started college, I would only go once a year for a month. I loved being there because my grandmother cooked my favorite foods for me every day, and every weekend I would go out to dance with my cousins and friends, but deep inside I wanted to come back to the U.S. and “my normal life”. When I finished college two years ago, my perspective of going back to Mexico changed even more. I graduated May 2018 from the University of Mississippi, then got my first adult job right after, so I wasn’t able to go back until September of that year.
Para entonces ya estaba acostumbrada a la cultura estadounidense y sus “lujos”, como tener aire acondicionado y acceso al wifi. Cuando comencé la universidad, solo iba una vez al año por un mes. Me encantaba estar allí porque mi abuela me cocinaba mis comidas favoritas todos los días, y todos los fines de semana salía a bailar con mis primos y amigos, pero en el fondo quería volver a los Estados Unidos y "mi vida normal". Cuando terminé la universidad hace dos años, mi perspectiva de regresar a México cambió aún más. Me gradué en mayo de 2018 de la Universidad de Mississippi, luego obtuve mi primer trabajo justo después, por lo que no pude regresar hasta septiembre de ese año.
Having a job in the U.S. and more responsibilities were part of the change. On that trip to my pueblo, for some reason, I could only see and think of the negative, and so little of the positive. Machismo, rising violence against women, lack of safety, corruption, and lack of law enforcement were things that roamed my mind. Since I only stayed there for two weeks, I didn’t actually experience all of these. With that warped view of what once was my home, I knew that my next trip, whenever that happened, would be even different.
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Tener un trabajo en los EE. UU. y más responsabilidades fueron parte del cambio. En ese viaje a mi pueblo, por alguna razón, solo pude ver y pensar en lo negativo, y muy poco en lo positivo. El machismo, el aumento de la violencia contra las mujeres, la falta de seguridad, la corrupción y la falta de aplicación de la ley eran cosas que rondaban por mi mente. Como solo estuve allí dos semanas, no experimenté todo esto. Con esa visión distorsionada de lo que una vez fue mi hogar, supe que mi próximo viaje, cuando sucediera, sería diferente.
My latest trip during Summer 2020 at the age of 25, was unplanned, and unprecedented. My grandmother got sick and had to be hospitalized; since I am the oldest granddaughter from her only child, I had to travel as an emergency to take care of her. I was there, taking care of a sick relative, during a pandemic, in a place that already didn’t feel like my own, in a mindset that had difficulty seeing the positive. Then there was having to deal with Mexican public healthcare. There was too long of a waiting list for people to be seen as an emergency. Because my grandmother had to be seen as soon as possible, we had to take her to a private healthcare provider. I had no idea how expensive healthcare access could be in a country with such a high poverty level. Just to admit her, we had to pay 20 thousand pesos (1,000.00 dollars) which is a month and a half worth of an average salary in Mexico.
Look, I live in Mississippi. We’re not exactly top-notch when it comes to health care or poverty level, but the struggle that I had to go through for her to be even seen by a doctor was surreal. Those experiences left a mark on me, and have shaped my perspective of how I see my country of birth. I may never get that feeling again of wanting to live in Mexico, that feeling of home, but I do know one thing. I could never live there again. It may be because people get used to what’s around them, and the perspective doesn’t change until you remove yourself from the environment. It may be because I’ve become “Americanized”, or maybe because my grandmother is no longer there.
My home has become a strange place, and a strange place became my home. Though I do know one thing. Physically leaving Mexico was a choice that my parents made, but the mental and spiritual detachment was a choice made by time.
Mi último viaje durante el verano de 2020 a la edad de 25 años no fue planeado. Mi abuela se enfermó y tuvo que ser hospitalizada; como soy la nieta mayor de su único hijo, tuve que viajar por emergencia para cuidarla. Estuve allí, cuidandola, durante una pandemia, en un lugar que ya no se sentía igual, con una mentalidad con dificultades para ver lo positivo. Luego, tuve que tratar con los hospitales públicos Mexicanos. Había una lista de espera demasiado larga de personas con emergencias. Como mi abuela tuvo que ser atendida lo antes posible, tuvimos que llevarla a hospital privado. No tenía idea de lo caro que podría ser este tipo de atención médica en un país con un nivel de pobreza tan alto. Solo para admitirla, tuvimos que pagar 20 mil pesos (1,000.00 dólares) que es un mes y medio de salario promedio en México.
Miren, vivo en Mississippi. Se que tampoco no tenemos el mejor cuidado de salud o nivel de pobreza, pero lo que tuve que pasar para que mi abuela pudiera ser vista por un médico fue duro. Esas experiencias me dejaron una marca y han dado forma a mi perspectiva de cómo veo mi país de nacimiento. Puede que nunca vuelva a tener esa sensación de querer vivir en México, esa sensación de que sea mi hogar, pero si tengo algo claro. Nunca podría volver a vivir allí. Puede deberse a que la gente se acostumbra a lo que les rodea y la perspectiva no cambia hasta que te alejas. Puede ser porque me he "americanizado", o quizás porque mi abuela ya no está allí.
Mi hogar se ha convertido en un lugar extraño y el lugar extraño se convirtió en mi hogar. Salir físicamente de México fue una decisión que tomaron mis padres, pero el desapego mental y espiritual fue una decisión tomada por el tiempo.
What about you? Share with us what it is like the first time you went back to your country. If you haven't been able to go back, how do you imagine it would be?
¿Que tal tu? Cuéntenos cómo fue la primera vez que regresaste a tu país. Si no has podido regresar, ¿cómo imaginas que sería?
**All photos were taken by Alex Ortega.
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